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El nuevo Papa fue elegido este jueves y decidió utilizar el nombre de León XIV, subsecuente a León XIII que dirigió la iglesia católica con un enfoque en la Doctrina Social, especialmente con la encíclica Rerum Novarum a finales del siglo antepasado e inicios del siglo pasado.
Su nombre era Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci ocupó el cargo desde 1878 hasta 1903 su pontificado duró 25 años y fue uno de los más largos en la historia de la Iglesia a pesar de que a su llegada a Roma su salud no era muy buena y se creía que era un papa de transición, pero no fue así y terminó siendo un defensor de los derechos de los trabajadores: en busca de la justicia social a lo largo y ancho del Mundo.
También fue conocido por tener grandes habilidades diplomáticas para relacionarse con los líderes mundiales de la época y su capacidad de comunicación, que ayudaron a mejorar las relaciones de la Iglesia Católica con el mundo.
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Fue reformista y buscó acercar la Iglesia a las realidades cambiantes del mundo en el final del siglo XIX e inicios del Siglo XX en medio de grandes cambios en el mundo y la geopolítica social con regímenes complicados en varias partes del urbe que obligaban a la iglesia a estar pendiente de la evolución social.
Durante su época como obispo insistió en fomentar una profunda instrucción religiosa de sus fieles y para impulsar a la iglesia fundó en el año 1859 la Academia de Santo Tomás de Aquino.
Entre 1874 y 1877 el cardenal Pecci hizo público su deseo de lograr un mayor acercamiento entre el catolicismo y la cultura contemporánea, algo que, sin duda, podría buscar León XIV durante su pontificado.
Fue en 1877 que León XIII es trasladado a Roma y nombrado Camarlengo (Cardenal que administra los asuntos de la Iglesia cuando sobreviene la vacancia de la Sede Apostólica) que lo acercó más a ser el siguiente Papa nombrado el 20 de febrero de 1878.
Fue conocido también como el primer Papa de las encíclicas al publicar alrededor de cincuenta documentos, hizo conocer al mundo entero la enseñanza de la Iglesia iluminando con la luz del Evangelio los más diversos problemas que se iban presentando en su tiempo y buscó favorecer la unidad entre la fe y el pensamiento, tuvo mucho interés en la ciencia y la evolución.
Hoy se dice que el “rugido de León XIII” sigue presente en la Iglesia recordado con una frase fuerte y poderosa “nada hay de verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.